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lunes, 31 de marzo de 2014

La segunda muerte de Miguel Hernández

"La segunda muerte de Miguel Hernández". Intervención en el programa Con Cierto Sentido de Ramiro Díez, emitido el 28 de marzo de 2014 en Radio Sucesos de Quito (Ecuador):


jueves, 27 de marzo de 2014

Artículo en @publico_es sobre Armando López Salinas

Ha muerto Armando López Salinas. Y con su muerte de pronto nos sentimos huérfanos. Acabamos de perder un referente político, pero también -y sobre todo- literario. Sus lectores y camaradas lamentamos su ausencia, tan inoportuna, ahora, precisamente ahora, que estamos tan necesitados de referentes... Aunque Armando trató siempre de ver la realidad con los ojos claros, eliminando las mediaciones que, como musarañas, nos enturbian lo real, hoy sabrá disculpar nuestra vista obnubilada, inundada por las lágrimas que, por fortaleza, esa misma fortaleza que él ha mostrado también en sus últimos días, tratamos de reprimir, aunque luchan por asomar por nuestros ojos cansados. Es preciso que no resbalen hasta caer en el teclado: hay que evitar los sentimentalismos, porque para hablar de Armando hay que recuperar, como él nos enseñó, la lucidez y el raciocinio.Pero es inevitable. Cómo no llorar su muerte. Sus lectores y camaradas lo lloramos. Nos duele perder a uno de los nuestros. Otros, sin embargo, se sorprenderán ante la noticia, tal vez porque tras largos años de olvido y de silencio ya le daban por muerto.

Fiesta del PCE (septiembre 2013).
Porque Armando López Salinas ya había conocido la muerte. La muerte literaria. Su obra fue desplazada de canon, y su autor condenado al ostracismo por una crítica literaria que despotricó contra su obra, contra su presunto mal estilo. Los casi treinta años sin reeditarse La mina, su obra más significativa, y su total desaparición de los manuales de literatura contemporánea son una evidente constatación. Justificado su destierro por medio de discursos aparentemente estéticos, que consideran que la técnica y el estilo de López Salinas hacían bien merecida su expulsión de canon literario, la crítica literaria en realidad escondía un prejuicio ideológico hacia la literatura política y social. Ya he escrito en otras ocasiones que la obra de Armando López Salinas -y concretamente La mina- ha sido olvidada y silenciada porque molesta. Y molesta porque La mina quiebra el relato de la Transición. El relato de la Transición, que en estos días trata de relegitimarse a raíz de la muerte de Adolfo Suárez, se ha construido sobre el mito de que grandes hombres con grandes gestos trajeron a España la democracia. Frente al relato legitimador, la obra de Armando López Salinas nos recuerda que la democracia fue consecuencia de la lucha de miles de hombres y mujeres -como los que La mina describe- que dieron su vida por la libertad y la dignidad de un pueblo subyugado; la lucha colectiva fue poco a poco erosionando un franquismo que no tuvo más remedio que cambiar de apariencia, optar por una forma democrática, para sobrevivir. La democracia no ha sido una concesión, sino el resultado de años de resistencia y de lucha. Un cambio en la correlación de fuerzas. Los gérmenes de esa lucha están presentes en La mina de Armando López Salinas.
Firmando ejemplar de La mina a Marga Ferré (IU)

De La mina de Armando López Salinas -y del realismo social en su conjunto- se dijo que su agotamiento -y su silencio posterior- respondía a que eran novelas incapaces de trascender el momento histórico para el que fueron escritas, que una vez despega la España del medio siglo hacia el desarrollismo económico, estas novelas pierden su razón de ser. Sin embargo La mina -y no tanto así las literaturas dominantes- ha demostrado que envejece muy bien. Porque muchos de los temas que la novela presentaba en 1959/60 -esos temas urgentes e incapaces de trascender su presente inmediato, que diría la crítica literaria- son, a día de hoy, más vigentes que nunca. Porque los problemas sociales sobre los que La mina situaba el foco de la denuncia no sólo han recuperado la vigencia y permanecen sin resolverse hoy, sino que se agudizan a medida que la crisis económica capitalista -española y global- se acrecienta.

Fiesta del PCE. Con Cayo Lara y Ángel Moreno
El problema del campo español, tan bien descrito por Armando López Salinas en La mina, pero también en sus libros de viajes, sigue siendo de rigurosa actualidad como demuestra «la marcha obrera» que en verano de 2012 emprendieron los trabajadores del campo andaluz, liderados por Juan Manuel Sánchez Gordillo, Diego Cañamero y el SAT (Sindicato Andaluz de Trabajadores). El problema del desempleo y la emigración no es tampoco una cuestión exótica de La mina, en un país con seis millones de parados, donde los jóvenes en situación de desempleo no tienen más horizonte laboral que el que le ofrece la emigración. Como también persisten los mismos conflictos en el sector de la minería, como así lo evidenció la «marcha negra» que tuvo lugar durante el verano de 2012, en que mineros procedentes de todos los puntos de la geografía española, cruzaron España a pie hasta confluir todos ellos el 10 de julio en Madrid. Por no hablar de las Marchas de la Dignidad que nos han permitido volver a recitar, este pasado sábado 22 de marzo, aquellos versos de Antonio Machado que decían: «Madrid, qué bien suena tu nombre, rompeolas de todas las Españas».

Edición sin censura La mina (Akal, 2013).
Armando López Salinas ha fallecido hoy, pero habían tratado de deshacerse de él mucho antes. No creo en el cielo, pero sí en la memoria. Por eso haremos todo lo que esté en nuestra mano para que volvamos a leerle. El mejor homenaje que se le puede hacer a un escritor es leer sus obras. Es la única forma de que permanezca con vida después de la muerte. Con ese propósito transcribo los versos de Canto general de Pablo Neruda con los que se abre el tercer capítulo de La mina:

Yo no vengo a llorar aquí donde cayeron:
Vengo a vosotros, acudo a los que viven.
Acudo a ti y a mí y en tu pecho golpeo

Acudo a los que viven, les convoco en este ahora, para que no olviden. Para que no olviden quienes son los que lucharon. A Armando López Salinas y a sus personajes de La mina, a los que estuvieron en las cárceles y a los que murieron, a los que fueron torturados, a los que conocieron el exilio, a los que no pudieron irse. A los que sufrieron la derrota. Armando López Salinas representa lo mejor de nuestra memoria, se nos ha ido, pero yo lo noto: sé que está, que sigue con nosotros. Sumemos fuerzas para que no se nos vaya del todo. De nosotros depende. Y mientras escribo estas palabras, una oleada de calor se expande por mi pecho. La angustia se deshace igual que un pedazo de hielo puesto al sol. Pero siento una gran paz y una tranquila serenidad. Una serenidad que llega desde muy hondo, desde la esperanza.  

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Armando López Salinas (1925-2014) ha sido uno de los más insignes representantes del realismo social español. Fue finalista del Premio Nadal en 1959 con La mina y recibió el Premio "Antonio Machado" en 1962, que concedía la editorial Ruedo Ibérico en París, con Año tras año, una novela que no se pudo publicar en España, durante la dictadura franquista, por "atentar contra el régimen y sus instituciones" y por ser "claramente filocomunsita", como así rezaba el informe de censura. Armado López Salinas fue asimismo autor de tres libros de viajes: Caminando por Las Hurdes (1960), escrito con Antonio Ferres; Por el río abajo, (1966), con Alfonso Grosso, y Viaje al país gallego (1967), con Javier Alfaya. También publicó el ensayo Alianza de las fuerzas del trabajo y de la cultura (1977) y recientemente se ha publicado su libro Crónica de un viaje y otros relatos, escrito en 1964 pero que no salió a la luz en el tiempo de escritura por ser denegada su publicación por la censura.
En las Jornadas sobre la cultura de la República de la UAM (2009). Con Julio Rodríguez Puértolas.
 La mina, su obra más significativa, y asimismo una de las obras más relevantes del realismo social en España, ha sido reeditada, tras treinta años de silencio, en 2013 por la editorial Akal, en coordinación con la Sección de Estética y Literatura de la Fundación de Investigaciones Marxistas.

David Becerra Mayor // Público  (25/03/2014). Enlace: http://www.publico.es/culturas/510242/ha-muerto-armando-lopez-salinas

@la_tuerka recuerda a Armando López Salinas

El 25 de marzo, en la tertulia política La Tuerka, en Público TV, Juan Carlos Monedero comenzaba recordando a Armando López Salinas. A partir del minuto 31 entro vía telefónica para hablar de La mina y de Armando López Salinas.

http://www.publico.es/publico-tv/program/59/video/181939/la-tuerka-martes-25-de-marzo

lunes, 17 de marzo de 2014

Reflexiones y notas. La ideología de la belleza

La construcción del yo-soy es el instrumento mediante el cual el sujeto del capitalismo avanzado puede sobrevivir en la foucaultiana microfísica del poder. La realización del yo-soy se produce y se reproduce en el propio cuerpo. El cuerpo es el lugar donde se exterioriza la configuración de la identidad y donde confluyen las contradicciones del sujeto. Por eso el cuerpo es uno de los espacios más recurridos en la narrativa de Almudena Grandes. Por un lado, el cuerpo representa el lugar del deseo. Pero el cuerpo también se interpreta como problemática: el cuerpo puede ser el instrumento por el que lograr la realización del yo-soy o, por el contrario, el lastre que lo impida. Un relato de Almudena Grandes titulado «Malena: una vida hervida», incluido en sus Modelos de mujer (1996), reproduce claramente este fenómeno. El relato cuenta la vida de Malena, una adolescente de ciento setenta y tres centímetros de altura y ochenta y dos kilos de peso, que a los quince años decide dejar de comer «por amor» (Almudena Grandes, «Malena: una vida hervida», en Modelos de mujer, Barcelona, Tusquets,1996, pág. 77). Todo empezó «aquella tarde, jugando a la botella» (Ibid., pág. 78): el juego consiste en que los adolescentes, chicos y chicas, sentados en corro, hacen rodar una botella hasta que su cuello señala a alguien: el señalado tiene que besar a la persona a quien elija. Aquella tarde la botella de cerveza no dejaba de señalar a Andrés, el amor frustrado de Malena. La última vez que se detuvo a los pies de Andrés, a Malena «el corazón le dio un vuelco, porque ahora le tocaba, esta vez le tenía que tocar, no había discusión posible. Las reglas del juego prohibían repetir beso, y Andrés ya había besado a las otras siete chicas de la pandilla» (Ibid., págs. 79-80). Pero nadie se dio cuenta de que todavía faltaba Malena por besar: «ya no queda ninguna más, explicó él, claro, es verdad, los demás le dieron la razón, ella no se atrevió a decir nada, porque nadie la miraba, nadie la mencionaba, nadie parecía darse cuenta de que aún quedaba ella, intacta, sola, muda» (Ibid., pág. 80). 
     El cuerpo es clave para la construcción del yo-soy. Malena sabe que no despierta deseo, pero tampoco la mirada o la mención de los de más, a causa de un cuerpo que no encaja en el canon de belleza contemporáneo. El cuerpo es la proyección del individuo en la competencia del mercado erótico capitalista. Para que el yo-soy resulte triunfador en la lucha cotidiana por el poder debe potenciar su imagen, su marca, poniendo en funcionamiento la lógica del «aura del cuerpo y la autoerotización del narcisismo» (Juan Carlos Rodríguez, «Literatura, moda y erotismo: el deseo (parte I)», Laberinto 18 (2005), pág. 19). El escritor francés Fréderic Beigbeder, en su novela titulada Socorro, perdón, trata el tema de la ideología de la belleza a partir de la historia de un cazatalentos, asalariado de la multinacional de cosméticos Ideal, que tiene la misión de encontrar el nuevo rostro para su campaña publicitaria. «Señores –dice el protagonista–, nuestro objetivo es simple: que tres mil millones de mujeres quieren parecerse a la misma mujer. Y mi problema es encontrarla» (Fréderic Beigbeder, Socorro, perdón, Madrid, Anagrama, 2008, pág. 84). El poder de la imagen, de la construcción de un cuerpo en relación con el yo-soy, constituye, según Beigbeder, la existencia de un nuevo fascismo surgido del mundo de la moda y promocionado por medio de la publicidad. A esta nueva ideología la ha denominado, por medio de un irónico cruce léxico, fashismo: una nueva ideología totalitaria que impone que todos debemos ser jóvenes y delgados, a semejanza de los modelos publicitarios. Quedarse fuera de estos criterios, supone vivir una existencia terrible. La lucha de los nazis por conseguir una sociedad aria, dice Beigbeder, ha encontrado su triunfo en la sociedad del capitalismo avanzado por medio de la dictadura de la belleza:

«La dictadura de la belleza engendra la frustración y la frustración engendra el odio. No es posible abrazar impunemente esta ideología. Se empieza anunciando en las paredes a rubias eslavas para vender champú y la cosa termina en un baño de sangre orquestado por movimientos neonazis el día del aniversario de Hitler, pogromos de judíos, palizas a negros, asesinatos de caucásicos, bombardeos de chechenos, agresiones a daguestaneses (…). Los nazis han ganado su combate: nuestras agencias se conforman con imitar su paso de la oca» (Ibid., págs. 34-35). 

Parece que las cámaras de gas hitlerianas han dejado lugar a los probadores de las boutiques. En la misma dirección, en una exposición del fotógrafo y escultor austríaco Erwin Wurn, titulada The idiot (Erwin Wurn, The idiot (catálogo de la exposición), Comunidad de Madrid, 2006), se mostraba una fotografía de un hombre gordo paseando por la ciudad bajo el lema de «terrorista». El culto por el cuerpo y la autoerotización narcisista excluye a todo individuo que no pueda amoldarse dentro del canon de belleza impuesto, hasta el extremo de ser comparado con un terrorista que destruye la armonía estética urbana construida por cuerpos bellos. Malena tiene que construir su yo-soy a partir de la remodelación de su propio cuerpo si no quiere ser aniquilada en la dura competencia erótica del capitalismo avanzado. Porque no cumplir con ello significa ser condenada a la inexistencia, como le sucede a Malena, que parece invisible en el juego de la botella.

David Becerra Mayor // Fragmento de La novela de la no-ideología, Madrid, Tierradenadie, 2013, págs. 54-56.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Reseña de Alberto García-Teresa sobre La novela de la no-ideología

David Becerra Mayor: La novela de la no-ideología 

Tierradenadie, 2013. 134 páginas

 
¿Qué tipo de narrativa se ha ido elaborando en los últimos en nuestro país? ¿Qué trasfondo político comparte? ¿A qué objetivos ideológicos responde? A estas cuestiones se acerca con seguridad David Becerra Mayor mediante un análisis minucioso en este libro. Becerra parte de que la literatura no es inocente ideológicamente, pues todo discurso contiene una carga ideológica. Primeramente, explora la falta de consenso en torno a la definición de “ideología”, y reivindica una vuelta a sus primeras concepciones para poder comprenderla con rigor. A este aspecto se dedica en una extensa introducción, que constituye, por sí sola, un excelente ensayo sobre Filosofía.
      La conclusión que adelanta Becerra es que “toda forma de conflicto social, toda forma de discurso político [...] ha quedado excluido de la novela”. Y es que “en la ideología del capitalismo avanzado se ha desplazado cualquier confrontación con el sistema”. Se produce, así, una “invisibilización” del conflicto socioeconómico, que opera a través de la extensión y la asimilación de la idea de una aparente ausencia de ideología, cuando, en verdad, lo que ocurre es que se reproduce la dominante; se asume como algo natural, usual, corriente. Esto se manifiesta en estas novelas en que, por ejemplo, “se resuelven los conflictos a través de una lectura de corte intimista, psicologista o moral, que terminan individualizando y deshistorizando radicalmente todos esos conflictos”. Es decir, se puede afirmar que los conflictos aparecen privatizados, dado que “los elementos externos –lo social, lo político– desaparecen a favor de una lectura desde el interior del sujeto [...] [que] privilegia una lectura no-ideológica de la sociedad”.
lanoveladelanoideologia     La narrativa española contemporánea, a pesar de su diversidad formal, comparte una misma función ideológica “de forma inconsciente e independientemente de cuál sea su proyecto ideológico originario”. Sin embargo, excluye Becerra a un conjunto de narradores que están trabajando por una narrativa crítica, antagonista (Belén Gopegui, Isaac Rosa, Eva Fernández, Marta Sanz, Alfons Cervera, Felipe Alcaraz o Matías Escalera Cordero). De esta manera, analiza las obras de Antonio Muñoz Molina, Ray Loriga, Almudena Grandes o José Ángel Mañas. Becerra permite que los textos hablen por sí mismos; deja que su interpretación discurra fluidamente una vez son expuestos desnudos pasajes (muy ilustrativos) de estos libros. Así, se descubre cómo estas novelas reflejan la construcción capitalista del mundo actual como “un universo social sin conflicto ni contradicciones”, marcadamente individualista en todos los niveles: los problemas sentimentales son el centro narrativo, se elude el acercamiento con perspectiva histórica o social a favor de lo subjetivo, se construyen las tramas como una búsqueda de la autoafirmación y de la autorrealización, artificialmente separadas del medio social en el que esos personajes viven… La incertidumbre y el escepticismo radical, en detrimento de los conceptos de veracidad u objetividad son otras de las características de esta narrativa. Así, se despliega un debilitamiento de la noción de realidad, que surge, formalmente, al introducir la inmersión de lo real en la ficción (mediante autores-narradores que son a su vez personajes, por ejemplo). Igualmente, ahonda en los mecanismos de ficcionalización (y pérdida de veracidad) de la Historia y de reescritura del pasado al reducir los acontecimientos a meras pulsiones individuales. A ello contribuye la metaliteratura (con su consiguiente exclusión de la coyuntura histórica, de lo externo), que es un tema y un procedimiento literario recurrente en estas obras. Todos estos mecanismos son señalados por Becerra, que realiza, así, un rico ejercicio hermenéutico.
      En suma, La novela de la no-ideología se trata de una obra reveladora, realmente necesaria para mirar con otros ojos nuestra literatura y nuestro mundo.

Artículo publicado por Alberto García-Teresa en Artes Hoy: http://www.arteshoy.com/?p=7504  

martes, 11 de marzo de 2014

Debate "Del inconsciente ideológico a la censura" en Enclave de Libros

Enclave de libros
Calle Relatores, 16, 28012 Madrid (Metro: Tirso de Molina)
Día y hora: Jueves 13 de marzo; 19.30h
Debate: Del inconsciente ideológico a la censura (en torno a La novela de la no-ideología)
Participan: Elena Cabrera, Juan Varela Portas, Ignacio Castro Rey y David Becerra Mayor
Modera: David Arístegui




¿De qué habla la novela española actual? Podría considerarse esta pregunta como el punto de partida del ensayo La novela de la no-ideología de David Becerra Mayor. Pero, más allá de localizar los temas y las peripecias que plantean nuestros novelistas en sus textos, hay otra pregunta igualmente pertinente: ¿de qué calla? O lo que es lo mismo: ¿qué esconde?, ¿qué enmascara?

La novela de la no-ideología muestra cómo la literatura, operador privilegiado de transmisión ideológica, desplaza las contradicciones radicales del sistema capitalista a favor de una lectura a-conflictiva de la realidad, centrándose en una interpretación de corte intimista e individualista, a la vez que borra las huellas de lo político y lo social, esto es, de la Historia, en lo narrado.
La novela de la no-ideología es un estudio exhaustivo, riguroso y crítico de las novelas más significativas de las últimas décadas, que constituyen una parte fundamental de la producción literaria del capitalismo avanzado en España, y que han interiorizado/exteriorizado el discurso hegemónico del ocaso de la ideología, de la desactivación de la lucha de clases y del consiguiente Fin de La Historia.

David Becerra Mayor es Doctor en Literatura Española por la Universidad Autónoma de Madrid. Ha publicado artículos de crítica literaria en distintas revistas especializadas alrededor de obras como La Celestina o El Quijote y la producción literaria de escritores como Quevedo, Torres Villarroel, Galdós, Lorca, Max Aub o Miguel Hernández. Ha participado como conferenciante en distintas instituciones académicas y culturales nacionales e internacionales. Es autor de los libros Miguel Hernández, la voz de la herida (con Antonio J. Antón Fernández), Qué hacemos con la literatura (con Raquel Arias Careaga, Julio Rodriguez Puértolas y Marta Sanz) y de la edición crítica de La mina de Armando López Salinas. Colabora habitualmente en Mundo Obrero y es responsable de la sección de Estética y Literatura de la Fundación de Investigaciones Marxistas. Es fundador y director de Revista de crítica literaria marxista. Pertenece asimismo a la Asociación Española de Críticos Literarios (AECL).
Elena Cabrera es Periodista especializada en contar la cultura desde ese lugar en el que es importante para el desarrollo de lo colectivo, la cultura como lugar desde el que pensar y no como espectáculo. Ha trabajado en las redacciones de ADN.es, Lainformacion.com y Madriz. Colabora desde 1994 en medios especializados y generalistas, en papel y en digital, en televisión y radio, hablando sobre todo de música y literatura.
 
Juan Varela es Profesor Titular de Filología Italiana y Director del Departamento de Filología Italiana, ha publicado numerosos artículos tanto en Italia como en España, en revistas especializadas. Es autor, entre otros estudios, de  Introducción a la semántica de la Divina Commedia: teoría y análisis del símil. Ediciones de La Discreta, Cecco Angiolieri, Si yo fuese fuego. 25 poetas españoles traducen a Cecco Angiolieri. Ediciones de La Discreta. 2000;  Giovanni Boccaccio. El Decamerón [diez cuentos]. Edición y traducción (Madrid, 2004) Castalia.; Dante Alighieri (Madrid 2006) Síntesis.
 
Ignacio Castro es filósofo, crítico de cine y arte, gestor cultural y profesor. Además de múltiples artículos y conferencias, ha publicado diversos libros. El último de ellos se llama Sociedad y barbarie (Barcelona, 2012), una crítica de la regresión implícita en el pensamiento de Karl Marx. Anteriormente ha publicado también, entre otros, Votos de riqueza (Madrid, 2007), Roxe de Sebes (A Coruña, 2011) y La depresión informativa del sujeto (Buenos Aires, 2011).
 
David Arístegui es licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad Complutense de Madrid. Durante los últimos años ha trabajado como desarrollador de software, especializado desde el 2005 en el campo de la bioinformática y el software libre científico. Fue codirector de Comunes, uno de los únicos programas de radio dedicado en exclusiva a la propiedad intelectual, derechos de autor y copyleft. Exmúsico y muy interesado en el movimiento copyleft, ha escrito diversos textos relacionados con la cultura y el conocimiento libre, dando diversas charlas sobre los conflictos que la propiedad intelectual está generando en el ámbito académico y científico. 

http://enclavedelibros.blogspot.com.es/2014/03/la-novela-de-la-no-ideologia-jueves.html

lunes, 10 de marzo de 2014

"Chávez, de la primera a la tercera vida" publicado en @MundoObrero

Chávez, de la primera a la tercera vida

Hugo Chávez. Mi primera vida es un libro imprescindible que, al devolvernos tu voz, Comandante, en cierta manera logra también hacerte regresar a ti.

Nunca pudo olvidar, el coronel Aureliano Buendía, aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Sin duda el cambio de estado del agua –de líquido a sólido– no podía ser sino cosa del diablo en aquella pequeña aldea que apenas contaba veinte casas de barro y cañabrava. La literatura, como el hielo, parece a veces poseer ese componente diabólico o mágico, capaz de mutar en estado sólido aquello que se desvanece en el aire. Pero además, la literatura, a diferencia del hielo, puede impedir que la palabra oral se derrita con el paso del tiempo, fijándola por medio de la escritura. La mayor virtud del libro Hugo Chávez. Mi primera vida (conversaciones con Ignacio Ramonet) (Debate, 2013) es que logra convertir el estado efímero de las palabras, que siempre se las lleva el viento, en estado sólido, imperecedero.

Recuerdo este pasaje de Cien años de soledad porque el 5 de marzo se cumple un año desde que te fuiste, Comandante. A veces parece que no te has ido, que sigues ahí, pero no es más que un espejismo. Te fuiste, y el mejor homenaje que podemos hacerte es leerte, y la las conversaciones que mantuviste con Ignacio Ramonet en Hugo Chávez. Mi primera vida son sin duda el mejor tributo. La cercanía de tu voz, el tono conversacional de tu discurso, nos permite imaginar, durante el ejercicio de lectura, que nos estás hablando a nosotros, los lectores, que estamos conversando contigo sobre tu primera vida, que por medio de un animado diálogo asistimos a la prehistoria del revolucionario que restituyó la esperanza en América Latina.

Tu voz nos devuelve la Historia que te absorbió –como dices mitad en serio, mitad en broma– durante tu primera vida, esa que empieza en Sabaneta, en el estado de Barinas, donde te desenvolvías como vendedor ambulante de arañas, un dulce típico de la región, al amparo y al cuidado de tu mamá vieja, como así llamabas a tu abuela Rosa Inés. Te escuchamos atentamente, mientras leemos, el modo en que relatas uno de los episodios más importantes de tu vida, de los que más te marcaron, como fue tu ingreso en la Academia Militar de Caracas, donde, a pesar de la rumorología, no entraste con un libro del Che bajo el brazo, aunque sí lo llevabas cuando saliste graduado. Fueron, en tus palabras, «los cuatro años más decisivos quizás de mi vida. Ahí me hice bolivariano (...) de allí salí con experiencia de liderazgo y con ideas ya prerrevolucionarias». Con Hugo Chávez. Mi primera vida asistimos a la rememoración de la historia de tu bisabuelo Maisanta, un asesino para la historia oficial, que sin embargo fue un valiente guerrillero que combatió la dictadura del General Gómez, y cuyo escapulario siempre colgaba de tu cuello. De tu mano recorremos la Historia reciente de Venezuela, desde el Caracazo de febrero de 1989 hasta la campaña victoriosa del Movimiento V República con la que fuiste investido presidente el 2 de febrero de 1999 y con el que, en menos de dos meses, convocaste el referendo para una Asamblea Constituyente que ganasteis con el apoyo del 88% del electorado. Nos conviertes en espectadores privilegiados de la fallida rebelión del 4 de febrero 1992 y aquel proverbial «por ahora», que anunciaba el fracaso momentáneo pero no la derrota definitiva, como un modo posponer el triunfo de la revolución bolivariana que sin duda habría de llegar; y nos trasmites el desasosiego y las dificultades vividas en la cárcel entre 1992 y 1994.

Te escuchamos y el relato suena auténtico, sincero. Decía Walter Benjamin que la palabra oral, la misma que se deshace como el hielo, está más cerca de la verdad que la palabra escrita, porque en ella intervienen menos mediaciones. Aunque en la actualidad brota un prejuicio posmoderno hacia la noción de testimonio verbal, que lo desacredita al considerar que toda narración es siempre una articulación lingüística que lo aleja de la Historia y lo acerca a la ficción, en Mi primera vida se comprueba lo acertado de las palabras de Benjamin. En este libro, magistralmente elaborado por Ignacio Ramonet, no hay espacio para las máscaras ni los disfraces, y sin disimulos ni falsas retóricas, te vemos como eres, como has sido.

Hugo Chávez. Mi primera vida es un libro imprescindible que, al devolvernos tu voz, Comandante, en cierta manera logra también hacerte regresar a ti. Lástima que al terminar el libro, al cerrarlo cuando concluye el ejercicio de lectura, no sigas viviendo fuera de él, como vives en sus páginas. Como asimismo provoca cierta congoja que te nos fuera antes de que unas nuevas conversaciones con Ignacio Ramonet sirvieran para armar un segundo volumen sobre tu segunda vida, y de este modo disponer de tu perfil completo. Los lectores extrañarán sin duda la ausencia de un segundo tomo, porque, aunque segundas partes nunca fueron buenas, en ocasiones pueden resultar imprescindibles. Pero, malogrado el proyecto de redactar una segunda vida, al menos encontrarán consuelo los lectores al conservar intacta tu tercera vida, porque esta nadie logrará arrebatárnosla. Decía Jorge Manrique que tras la vida terrenal y la vida celestial existía una tercera vida, que él dio en denominar «vida de la fama», pero que nosotros preferimos llamar «memoria». Porque, Comandante, no morirás del todo mientras vivas en nuestra memoria, mientras haya quien custodie tu legado, tu recuerdo imborrable y quien mantenga viva la llama revolucionaria que, junto al pueblo venezolano, pudiste prender.

Y ahora, Comandante, permíteme que me despida recordando aquellos versos que escribió Mario Benedetti para plañir la muerte de Ernesto Che Guevara en Bolivia, y que hoy creo que es oportuno reproducir para ti: «donde estés / si es que estás / si estás llegando // aprovecha por fin / a respirar tranquilo / a llenarte de cielo los pulmones // donde estés / si es que estás / si estás llegando / será una pena que no exista Dios // pero habrá otros / claro que habrá otros / dignos de recibirte / comandante». Hasta la victoria siempre.

David Becerra Mayor // Mundo Obrero, nº 270 (marzo, 2014). 

viernes, 7 de marzo de 2014

"Entre Marx y una mujer desnuda" de Jorge Enrique Adoum

Mi crítica de la novela Entre Marx y una mujer desnuda de Jorge Enrique Adoum, emitida en el programa Con Cierto Sentido de Ramiro Díez, en Radio Sucesos (Quito, Ecuador), el 6 de marzo de 2014.