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jueves, 6 de febrero de 2014

Crítica sobre #gentedecente de J.C. Monedero



Curso urgente de política para gente decente
de Juan Carlos Monedero (Seix Barral, 2013)

Te asomas al aula. Todavía no ha comenzado la clase. Pasa, no te quedes allí, te espeta el profesor desde su mesa. Venga, pasa. Cruzas el umbral de la puerta y pones el pie por primera vez en la clase. Intercambias alguna tímida mirada con los que serán tus compañeros, encuentras un pupitre libre y tomas asiento. Sacas unos folios y un bolígrafo. Levantas la cabeza y observas al profesor que sujeta una tiza entre los dedos. Os da la espalda y escribe en la pizarra el nombre de la asignatura: Curso urgente de política para gente decente. Y lo subraya.
            Así podría empezar el nuevo libro de Juan Carlos Monedero. Porque, en efecto, este ensayo que publica Seix Barral ha sido diseñado como un curso cuyo programa está compuesto por nueve lecciones asimismo acompañadas por nueve «tareas para pensar la democracia en casa». Hay que atender en clase pero también hacer los deberes en casa. No valen excusas, el profesor pasa lista.

            Curso urgente de política para gente decente es un libro que, como afirma su autor, pretende ser una «subversiva caja de herramientas» para «recuperar la política». No se trata de otra cosa: cuando el capitalismo ha secuestrado el Estado de Derecho y las decisiones que cambiarán el rumbo de nuestras vidas no se toman en la sede de la soberanía popular sino en los centros del poder financiero, cuando se cuestiona la legitimidad de la democracia y la política es desplazada en nombre de la eficiencia ejercida por órganos expertos y tecnócratas, cuando las palabras se tergiversan para enmascarar la realidad, entonces se hace urgente recuperar la política, re-politizar nuestra vida, esto es, reconocer el conflicto y asumir un papel protagonista en la construcción de nuestra sociedad.
            Juan Carlos Monedero insta a la gente decente a que participe en las batallas por el lenguaje, a que se reapropie de las palabras compartidas; a que se enfrente a quienes hacen de la información una mercancía y no un servicio público, y que conciben la libertad de información como un derecho exclusivo del periodista, cuando en realidad lo es del ciudadano; a que luche por nuestra memoria, porque no hay mejor manera de luchar contra el fascismo, el residual y el emergente, que rememorando nuestro pasado, todavía enterrado en las cunetas; a que apostemos por un «pesimismo esperanzado» que entienda que «la lucha contra la desigualdad es el principal sentido de la historia». Monedero apela a la gente decente para que se movilice y que su movilización sirva para que el miedo cambie de bando, sincronizando luchas, construyendo un «imaginario alegre», convirtiendo el esfuerzo de la indignación en voluntad política; para que dejemos de ser rehenes del cálculo económico; para que reconozcamos de manera urgente que la naturaleza no es una mercancía. Todo ello lo despliega Monedero en su ensayo por medio de ejemplos fácilmente reconocibles por la gente decente, exponiendo nociones básicas de la ciencia política a partir de comentarios de películas como El rey león, Batman, James Bond u otros referentes culturales, que desfilan por las páginas de este Curso urgente de política para gente decente junto a Marx, Gramsci, Gandhi, Montaigne o el «asustaviejas» Slavoj Žižek. Pero la aparente sencillez de su discurso, su tono ameno y aun didáctico, no está en absoluto reñido con la complejidad de sus análisis.
            Pero el ensayo de Juan Carlos Monedero también invita a la discrepancia. Tal vez late demasiado fuerte, casi hasta la taquicardia, una interpretación en exceso biologicista del sujeto, en la que subyace la teoría del espíritu humano, que siempre es igual a sí mismo a pesar de su evolución. Como si el sujeto no fuera radicalmente histórico, esto es, un producto de la Historia. Sin embargo, esta disconformidad no invalida ni mucho menos el ensayo de Monedero ni su potencial para cumplir con el propósito que persigue: recuperar la política. Es más, en estos tiempos de marasmo intelectual, a los que también hace referencia el autor en su ensayo, el hecho de que un libro invite al lector a discutir y que plantee la posibilidad de abrir un debate teórico serio en torno a la constitución del sujeto político, ya es, en sí mismo, un logro, y convierte de inmediato este libro en un instrumento necesario, imprescindible. Así que pasen, no se queden fuera, el Curso urgente de política para gente decente está a punto de empezar. 

David Becerra Mayor / Publicado en Mundo Obrero, nº 268 (enero 2014), pág. 27. 



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